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Foto del escritorAl Día Suroeste

Tiempo y sentido

En la película Kung Fu Panda 3, el maestro Oogway le dice al toro Kai, en medio de su batalla, que “cuando vas a entender que entre más quieres menos tienes”, esto porque el Toro quería robarle el poder a Oogway para convertirse en el guerrero más poderoso del planeta al adquirir todos los poderes (chis) de los demás maestros del mundo.

 

Una parábola que refleja perfectamente la búsqueda de la humanidad por tener y tener posesiones a lo largo de la vida y al final darse cuenta de que la clave de la felicidad no está en el sinnúmero de posesiones materiales adquiridas a lo largo del tiempo sino en construir la felicidad interior dándole a la vida un propósito.

 

Mo Gawdat, en su libro El algoritmo de la felicidad, cuenta cómo por más de que él adquirió lujos y posesiones materiales que sus altos ingresos como ejecutivo de Google le permitían darse, no sentía plenitud. Incluso, relata la anécdota de cómo compró por hobby dos Rolls Royce que vio en una página de internet. Las posesiones le daban una breve sensación de felicidad, pero no una plena ni duradera.

 

Aunque suene obvio, y Gawdat lo resuelve en su algoritmo, la felicidad se construye desde adentro. No podemos poner la felicidad en exteriores porque no dependería de nosotros. Tiene que ser una construcción propia. Por eso está mal, cuando creemos que si conseguimos una pareja o contraemos matrimonio lograremos la felicidad; así como si compramos casa, finca o carro. Ese tipo de situaciones y cosas por supuesto que nos dan un balance, complemento y tranquilidad en nuestra vida, pero para lograr la plenitud se tiene que estar mayormente satisfecho con lo que hacemos cada día, que nuestro tiempo dedicado tenga sentido y que de alguna manera impacte positivamente en las personas que nos rodean y queremos.     

 

Los niños, independiente si nacen ricos o pobres quieren a sus papás porque juegan con ellos. No por lo material, que si bien es importante como lo mencioné anteriormente, sino por lo dedicado.

    

El panda, de Kung Fu Panda, contra todo pronóstico, se convirtió en el Gran Guerrero Dragón después de vencer al toro Kai. Lo logró por ser auténtico y sin pretender ser el más grande; por el contrario, con humildad, recibió la ayuda de sus amigos para cumplir su misión. Era un panda feliz que soñaba con ser un maestro del Kung Fu a pesar de ser lento, gordo y pesado, pero que lo logró, porque sentía que eso era lo que soñaba y lo hacía feliz. Era su decisión.

 

Contrario a lo que les pasa a muchas personas que dejan de vivir sus vidas y dejan de perseguir sus sueños, para vivir, sea la vida de sus padres o sus parejas o se cohíben por creencias religiosas o culturales; pero también en el mundo laboral donde por roles o capital político no se actúa con autenticidad.  

 

La época navideña siempre es una buena época para reflexionar sobre el propósito de nuestras vidas, sobre si lo que hacemos nos da sentido o si, por el contrario, nos hace sentir vacíos.

 

Si el tiempo y el uso que le damos a este nos hace sentir plenos al finalizar cada día, seguro vamos teniendo una vida con sentido.

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