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La culpa no es de Petro, es de sus ministros

Un hombre dando un discurso.
Presidente Petro en Quibdó. Tomada de La Silla Vacía

Por José María Dávila Román


El presidente Petro ha venido regañando a varios de sus ministros por la poca ejecución que han tenido en sus carteras y los malos números que vienen mostrando en su gestión. En su visita a López de Micay, en Cauca, regañó a su ministra de Agricultura Jhenifer Mojica porque las exportaciones de café, según el presidente, venían en caída (ver).

 

“Hemos vivido del café, más o menos, un siglo. ¿A dónde vendíamos el café? A Estados Unidos y Europa, éramos el segundo productor mundial, hoy somos el quinto. Y nos va a pasar Etiopía... Y la ministra de Agricultura no se pone las pilas”. Cifras que además no son ciertas. El ex ministro de Agricultura, Andrés Valencia, le aclaró al presidente que Colombia es el tercer exportador de café a nivel mundial y el segundo en café arábigo (ver).

 

En Quibdó, el regaño fue para la ministra de Vivienda Catalina Velasco, porque en año y medio de gobierno, no han empezado la construcción del acueducto en la capital del Chocó: “Y discúlpenme que lo diga: Si Quibdó es la capital más pobre de Colombia, si su mayoría de población es negra, si dijimos que íbamos a construir igualdad social hasta donde podemos, ¿cómo es que nuestro gobierno no ha asumido el acueducto de Quibdó?” (ver).

 

Hace unos días, sufrimos la pérdida de los Juegos Panamericanos por la mala coordinación del Ministerio del Deporte para realizar el pago oportuno de los derechos deportivos. Barranquilla ya no será la sede por negligencia, porque la plata estaba prevista.

 

La culpa de estos desaciertos no es del presidente, es de sus ministros que muchos de ellos ni saben dónde están parados o están en el lugar equivocado como le sucedió a la ex ministra de Minas y Energía Irene Vélez-Torres y también a la ex ministra de Deporte María Isabel Urrutia que fue la directa responsable de que perdiéramos los Panamericanos.

 

El presidente descarga la responsabilidad de la mala ejecución de su gobierno, en su gabinete. Él no asume la responsabilidad, como si la designación de los ministros la hiciera otro funcionario.

 

La crisis de gobierno es evidente, al momento de escribir esta columna se conoció que el presidente Petro le pidió, otra vez, la renuncia protocolaria a todos sus ministros por las razones anteriormente expuestas. Hace menos de un año, les hizo la misma solicitud a los ministros de entonces. En esa ocasión, saló la mayoría. El presidente tenía la esperanza de que, con las nuevas cabezas, el barco del Cambio empezara a navegar con velocidad de crucero. Menos de un año después, el barco no despega, pero la culpa no es de él; veremos si con la tercera renovación de ministros, las ejecuciones y el buen gobierno avanzan a mejor ritmo.

 

El presidente Petro soñó con el cargo que hoy ostenta, pero se quedó en el sueño y no ha aterrizado. Anhela ser un líder mundial, dar discursos inspiracionales por todo el planeta, pero en Colombia, su proyecto del Cambio se ha quedado en eso, en proyecto, sin mayores ejecuciones ni logros por mostrar. Y se desquita con sus ministros, a quienes él mismo nombra, ante la impotencia de que sus promesas de campaña se estén quedando en eso.

 

Pero el presidente tampoco da ejemplo, está más centrado en resolver los problemas del mundo como los del cambio climático que los de este país. Que desconociera que Quibdó no tiene una amplia red de acueducto, lo dice todo.

 

No lo culpen a él, culpen a sus ministros.

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